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Teniendo en cuenta la dimensión de la obra y el dinero que va a gastar, es importante que la tarima para exteriores que elija sea la mejor.
No obstante, para que así sea, debe empezar por evaluar los materiales de la tarima para exteriores para poder ver cuál es el que mejor se adapta, no solo a su casa, sino que también al uso que va a hacer de él.
Hay diferentes tipos de tarima para exteriores. Los tres más comunes son:
Este tipo de pavimento, entre los tres, es el que menos mantenimiento requiere y el más longevo ya que se produce con materiales altamente resistentes.
A esto se le añade el hecho de que garantiza la máxima comodidad y seguridad, ya que tiene un tratamiento antideslizante que evita caídas peligrosas cuando el suelo está mojado.
Además, gracias a los materiales que se usan en el proceso de fabricación, las cerámicas le ofrecen un amplio abanico de gamas y opciones estéticas, ya que pueden imitar a la madera, el mármol, etc.
Tal y como indica el nombre, este tipo de tarima para exteriores se elabora con madera. Se usa mucho cuando se desea mantener un espacio exterior lo más natural posible.
Además de esta vertiente estética, estas tarimas son térmicamente eficientes, lo que garantiza el máximo confort para quien quiere caminar descalzo. Pero hay que tener cuidado, ya que con el desgaste, este suelo empieza a astillarse, pudiendo causar lesiones en los pies.
Gracias a su mezcla de fibras de PVC (o polipropileno) y de madera natural, las tarimas para exteriores de composite aúnan el toque más rural con el confort de las nuevas tecnologías.
Al contrario de la tarima para exteriores de madera natural, esta tarima para exteriores no se astilla, pero pierde en lo que se refiere al confort térmico, ya que suele sobrecalentarse al estar expuesta a los rayos solares.
El factor mantenimiento es extremadamente importante durante el proceso de selección ya que la tarima para exteriores estará más expuesta al desgaste provocado por los elementos.
Como ya hemos mencionado, la tarima para exteriores cerámica acaba por ser más económica, ya que se elabora con materiales resistentes y que no se astillan. En la práctica, su mantenimiento consiste, básicamente, en realizar lavados periódicos.
Por el contrario, para que una tarima para exteriores de madera natural se mantenga en óptimas condiciones de uso, hay que realizar un mantenimiento regular, incluyendo tratamientos antifúngicos y la sustitución de piezas debido al deterioro.
Las tarimas para exteriores de composite se encuentran entre estos dos, ya que el deterioro de sus piezas es más lento gracias a su proceso de fabricación.
Otro de los factores a tener en cuenta es, sin duda, la durabilidad de las tarimas para exteriores.
Debido a los materiales que se usan en su producción, las tarimas para exteriores cerámicas son las que tienen la mayor longevidad. Realmente, podemos incluso decir que este tipo de suelo es intergeneracional, es decir, se puede mantener en excelentes condiciones durante decenas de años.
Lo mismo no sucede con una tarima para exteriores de madera natural o una tarima para exteriores de composite, suelos que tienen una durabilidad de entre 10 y 40 años, tiempo que varía en función de su exposición a los elementos.
Dice el dicho “a gran prisa, gran vagar”, pero la realidad es que todos queremos que nuestra tarima para exteriores se instale lo más rápidamente posible.
La instalación de una tarima para exteriores cerámica puede ser más lenta que la colocación de una tarima para exteriores de madera, ya que el proceso de este último se resume a encajar piezas de madera sobre una estructura previamente preparada.